Los últimos avances en técnicas de reproducción asistida nos han dotado de una serie de tratamientos de preservación de la fertilidad, lo que aumenta las probabilidades para muchas parejas, o madres solteras, de conseguir el tan deseado embarazo.
Las técnicas de preservación de fertilidad más conocidas son la congelación y la vitrificación, tanto de óvulos como de espermatozoides. En ambas el objetivo es común: se trata de extraerlos y conservarlos cuando son completamente viables y de la mayor calidad posible. Tanto los óvulos, como los espermatozoides, podrán ser conservados durante años, hasta el momento en el que se decida usarlos.
Las causas más habituales por las que una mujer o un hombre desean someterse a estas técnicas son debidas o bien a la decisión de retrasar la maternidad/paternidad, por cuestiones personales, o bien por motivos de salud, por ejemplo cuando deben someterse a un tratamiento médico que comprometa su fertilidad, como sería el caso de la quimioterapia.
Muchos hombres deciden también congelar sus espermatozoides cuando van a someterse a una vasectomía.
¿Como se realiza la congelación de esperma?
El semen es conservado en nitrógeno líquido. Esta forma de conservación permite mantenerlo sin límite de tiempo. La muestra se proporciona en el laboratorio donde va a llevarse a cabo la congelación.
Antes de procederse a la congelación, la muestra será analizada para confirmar que cuenta con la calidad suficiente y la cantidad necesaria de espermatozoides.
Para proteger los espermatozoides del proceso de congelación se utiliza un medio crioprotector. Toda la mezcla se enfría en torno a unos -196º y se almacena en tranques de nitrógeno líquido.
¿Hay una edad ideal para congelar el semen?
No hay en principio un límite de edad para congelar una muestra de semen, aunque hay que tener en cuenta que la calidad puede disminuir a partir de los 50-55 años. En cualquier caso, la muestra siempre se analizará siempre previamente para garantizar que la muestra que se congele sea de buena calidad.
